Mi infancia en Monte Caseros

Por Juan Abel Angélico E-mail: angelico@ciudad.com.ar

El domingo recién comienza. Por la ventana entra el aire que huele a rosas y malvones. Afuera siento a mi padre trabajando en su taller y mamá preparando el desayuno en la cocina. Por la ventana veo sentados en la vereda de la casa de enfrente a aquella pareja de viejitos, tomando mate. Todavía los recuerdo a él escuchando en su viejo receptor la noticia de radio “El mundo” de Buenos Aires y a ella preparando torta de limón.

Por la mañana mi hermano y yo salíamos en nuestras bicicletas a recorrer las calles anchas y de tierra de mi pueblo o jugábamos a la pelota. Así, nuestra fantasía nos convertía en Fangio o una estrella de fútbol.

A la siesta, el infaltable “matiné” en el cine “San Martín”, que era como una lugar mágico que nos llevaba a las praderas de Estados Unidos con los indios o cowboys, a la selva con Tarzán, o nos hacia reír con Carlitos o El gordo y El flaco.

Así transcurrió mi infancia de pueblo entre juegos, bicicletas, cine mis revistas y libros, con paseos por el río o el ferrocarril.

No teníamos TV, pero teníamos revistas y el cine, no había Internet pero igual viajábamos desde el centro de la tierra hasta la luna con Julio Verne, y nos convertíamos en soldados, astronautas o cowboys con nuestros juguetes. Sin TV, videos, Internet igual éramos felices a nuestro modo.

Después de muchos años todavía busco ese cine San Martín, ese lugar mágico, para poder volver aunque sea unos segundos a ese tiempo, en ese pueblo, con mis hermanos, mis padres y mis amigos, para recorrer con mi bicicleta aquellas calles anchas y de tierra, sentir ese aroma de rosas y malvones de mi casa, y a mi papá trabajando en su taller.

Mi pueblo es Monte Caseros, en la provincia de Corrientes. Todavía conserva su encanto de antaño, todavía se pueden oler a rosas, jazmines y malvones, o a la torta de limón de la “tía” Mercedes, la viejita de enfrente, aunque ella no este más.

Me parece que si miro bien, allá lejos viene mi hermano a buscarme en pequeña bici, para dar una vuelta juntos o jugar carreras.

Yo ahora estoy lejos, pero cierro los ojos y vuelvo.

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