A upa, en el auto, en cochecitos de bebé. Uno rengo, otro que llora y todos arropados con frazadas y chalecos. Esta historia se comienza a tejer de madrugada. Son las cinco de la mañana, hace frío y solo la luna ilumina a la decena de personas que, mate en mano, empiezan a llegar a Avenida San Martín 4351, donde funciona el Hospital Escuela de la Facultad de Ciencias Veterinarias, en el barrio de Agronomía.
Unas cintitas rojas en un árbol indican que es la entrada y se puede ingresar. A veces, el portón de la derecha está abierto y el eterno barro del piso recibe a los autos en un estacionamiento improvisado. Otras, hay que esperar afuera hasta las 6 o 7 de la mañana, cuando se abre el portón.
El primero en llegar es el que fabrica los números: unos papelitos de cartón «no oficiales, para que cuando nos empiecen a atender, nadie se cuele», explican; se reparten cuidadosamente. No se sabe cómo, pero siempre hay alguien que lleva esos números y organiza la espera de quienes llegaron temprano.
La tarifa del hospital es la respuesta clave al interrogante. Si bien en un principio se definió como un 50% menor a una consulta en un establecimiento veterinario estándar, el precio fue quedando muy retrasado y hoy es mucho más económico que un consultorio tradicional. La consulta clínica tiene un precio de 80 pesos, contra los 300 que puede cobrar un consultorio por fuera de la facultad. Una ecografía: 80 pesos, contra los 500 u 800 que puede costar afuera. Una operación de alto riesgo ronda los 1000 pesos, contra los 7000 o más de otro lugar. La diferencia se hace sentir con mascotas que tienen que realizarse varios estudios hasta llegar a operarse, internarse, realizarse tratamientos complejos, etcétera, y que desafía cualquier presupuesto.
Quienes concurren al Hospital Escuela tienen animales con problemas graves que deben resolver o de manera inmediata, o con un tratamiento muy específico. Es que al tratarse del lugar de prácticas de la Facultad de Veterinaria, tiene especialidades de todo tipo en un mismo lugar. En un día, sacrificado por cierto, la mascota sale con número de historia clínica, análisis de sangre, de orina y placas si hiciere falta, y ecografías si se trata de una urgencia. A lo largo de la jornada, el paciente es revisado por estudiantes y profesionales de todas las especialidades para tener un diagnóstico que nada tiene que ver con el mercantilismo de algunos lugares de barrio.
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