La parasitosis por giardia, que puede llevar a una enfermedad crónica, es la más diagnosticada en todo el mundo, con 280 millones de casos, según datos de la Organización Mundial de la Salud. Ahora, científicos argentinos pueden haber encontrado una clave para neutralizarla.
La Giardia lamblia es un pequeño parásito que ser adhiere a las paredes del intestino, produciendo flatulencia, diarrea fulminante, distensión abdominal, pérdida de peso, fatiga y mala absorción de nutrientes… Estos trastornos, que pueden darse en toda la población, se registran especialmente en niños.
En Argentina, no sólo es frecuente en seres humanos, sino que además tiene importancia en sectores productivos como la generación de agua potable, el turismo y la cría de animales para consumo, para experimentación o para la producción agropecuaria. El problema es que los medicamentos disponibles actualmente para controlarla no son eficientes, tienen muchos efectos secundarios y ya se observaron fenómenos de resistencia.
La buena noticia es que científicos argentinos identificaron los mecanismos que le permiten montar su defensa contra el sistema inmune y ensayaron una estrategia para bloquearla. Dado que el mismo concepto podría ser efectivo no sólo contra este microorganismo en particular, sino también contra otros parásitos de alto impacto en la salud humana, como el Plasmodium (que causa la malaria) o el Tripanosoma cruzi (causante de la enfermedad de Chagas), ya fue patentado por el Conicet.
«La enfermedad crónica o recurrente que produce la giardia es causada por un proceso de variación antigénica -explica el doctor Hugo Luján, director del equipo de científicos del Laboratorio de Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica de Córdoba, cuyo trabajo acaba de publicarse en la revista Nature -. El parásito tiene unos 200 genes que dirigen la síntesis de una familia de antígenos (sustancias capaces de estimular la formación de anticuerpos) en su superficie. Sin embargo, expresa uno solo a la vez y los cambia al azar uno por otro para evadir al sistema inmune. Lo mismo hacen la malaria y la tripanosomiasis africana, también llamada la enfermedad del sueño. Es un mecanismo muy impresionante. Incluso, la cándida, un hongo que afecta a las mujeres (produce infecciones vaginales) tiene variación antigénica. Por eso es tan rebelde. En Chagas no sabemos si ocurre.»
Baile de máscaras
La defensa del parásito contra el sistema inmunológico del organismo podría imaginarse como una colección de 200 «máscaras» o diferentes coberturas proteicas que el microorganismo va cambiando para sortear la respuesta que genera.
«En cultivos de giardia vimos que la variación de estos antígenos de superficie se daba sin ninguna presión inmune. O sea, el parásito tiene un mecanismo que sirve para cambiarlos al azar -subraya Luján-. Se cree que perduró a través de la evolución en organismos que no tenían un sistema inmune.»
Los investigadores descubrieron que, contrariamente a lo que podría pensarse, los 200 genes con la receta para producir las diferentes «máscaras» se transcriben en el núcleo de la giardia al mismo tiempo. Cada uno genera una copia de sí mismo en un ARN mensajero para que dirija la síntesis, pero luego en la región periférica del parásito (el ectoplasma) un mecanismo los destruye y expresa sólo uno, probablemente el más abundante.
Lo hace por medio de un antiguo sistema celular (el ARN de interferencia), encargado de destruir virus invasores. «Nunca se lo había visto involucrado en la regulación de genes endógenos», explica Luján.
Al decodificar la estrategia defensiva de la giardia, los científicos dieron también con su talón de Aquiles: la forzaron a mostrar todas sus máscaras al mismo tiempo, lo que pone en alerta al sistema inmunológico contra todas sus posibles caras.
«Nos dedicamos a ver qué pasa si infectamos ratones de laboratorio con estas células que expresan todo el repertorio -cuenta el científico-. Ya inmunizamos 90 roedores y vimos que los animales quedaron totalmente protegidos contra las infecciones posteriores, lo que demuestra que este mecanismo sirve para evadir la respuesta inmune. Pero no se puede vacunar con eso porque estaríamos forzando al sistema inmune a reaccionar contra un montón de cosas… Entonces, hemos generado un anticuerpo monoclonal y obtuvimos los mismos resultados. Es motivo de una patente presentada por el Conicet y la Universidad Católica en Estados Unidos y Europa.»
Las actuales vacunas contra la giardia en perros y gatos se basan en un cultivo de parásitos y ofrecen una protección de entre el 20 y el 30%. «Nosotros podríamos ofrecer el 100% de protección -se entusiasma Luján-. Además, la idea de bloquear el mecanismo de variación antigénica para generar una vacuna podría ser utilizada en otras parasitosis, como la malaria o el Chagas.»
Mientras tanto, los científicos ya trabajan en el desarrollo de un kit de diagnóstico de menos de un dólar para detectar parásitos. «También podríamos llegar a una vacuna en bovinos. Me llamaron de empresas de todo el mundo. Nunca pensamos que este trabajo despertara tal interés inmediato», concluye.
Fuente: lanacion.com