Rusia quiere ser parte del emergente mercado espacial. Para no perder el tren, proyecta construir su propio tranbordador espacial, que se llamará Clipper y permitirá viajes entre la Tierra y la Estación Espacial Internacional con astronautas y turistas a bordo. El proyecto de fabricación de estas naves espaciales reutilizables costará unos 1.500 millones de dólares, informó hoy el director del consorcio espacial Energia, Nikolái Sevastiánov.
Sevastiánov explicó en una rueda de prensa que este gasto incluye la fabricación de cinco naves tripuladas de uso múltiple Clipper y la modernización de los cohetes portadores utilizados para la puesta en órbita de estos transbordadores.
Destinada a reemplazar a las actuales naves Soyuz TMA, la Clipper podrá ser lanzada con varios tipos de cohetes desde las bases de lanzamiento de Baikonur (Kazajisatán), Plesetsk (Rusia) y Kourou (en la Guayana Francesa y propiedad de la Agencia Espacial Europea).
A diferencia de la Soyuz, con capacidad para tres tripulantes, Clipper podrá transportar a la Estación Espacial Internacional (ISS) a seis personas, es decir dos pilotos y cuatro pasajeros, incluyendo a científicos o turistas que no sean cosmonautas profesionales.
La Clipper se fabricará en dos versiones, como nave de carga y tripulada, tendrá 10 metros de largo, pesará 13 toneladas, tendrá una autonomía de vuelo de 10 días y podrá realizar hasta 25 vuelos.
El transbordador tendrá un salón de 20 metros cúbicos, frente a 6,5 en la Soyuz, podrá permanecer enganchado a la ISS como lancha salvavidas durante 360 días, el doble que las naves actuales, y permitirá reducir cinco o seis veces el costo de la puesta de cargas en órbita.
Además, Clipper podrá maniobrar durante su regreso a Tierra y será capaz de aterrizar en pistas de aeródromos, al igual que los transbordadores estadounidenses.
Sevastiánov, ex cosmonauta soviético, explicó que el proyecto, en el que participa la Agencia Espacial Europea, prevé poner en explotación los transbordadores entre el 2013 y el 2015.
También relató que el consorcio Energía ya trabaja en proyectos de vuelos a la Luna y Marte en la década de 2020.
El director del consorcio precisó que el costo del programa de seis vuelos a la Luna en naves Soyuz, lanzadas en cohetes Soyuz-FG y Protón con bloques de aceleración, «no superará los 2.000 millones de dólares», según la agencia Interfax.
Sevastiánov valoró en entre 40.000 y 200.000 millones el programa de eventual asimilación industrial de la Luna, incluida la creación de nuevas naves espaciales y la construcción de estaciones lunares, para la prospección de combustible alternativo para cuando en la Tierra se agoten las todavía ingentes riquezas en hidrocarburos.
Según los científicos rusos, ese tesoro lunar es el helio-3, considerado combustible ideal e inocuo para las centrales termonucleares del futuro, como el proyecto internacional ITER (Reactor Experimental de Fusión Nuclear).
El helio-3 es el isótopo más ligero del helio, producto de la desintegración del titrio -a su vez isótopo radiactivo del hidrógeno- formado en las reacciones termonucleares del sol y que durante miles de millones de años se ha sedimentado en la superficie de la Luna.
Rusia madura planes para ya en 2015 comenzar a construir la primera base lunar permanente con el objetivo de comenzar a extraer, cinco años más tarde, helio-3 de la superficie selenita.
Fuente: clarin.com