Por Silvia Hernández E-mail: hernandezsilvia54@yahoo.com.ar
Leyendo con agrado las historias de tantos pueblos, sentí la urgente necesidad de no dejar afuera a Villa Sauze. Este fue mi pueblo de la infancia, cito en la provincia de Buenos Aires, a unos 500 kilómetros de la Capital, a unos pocos metros del límite con La Pampa, y por la línea del ex-ferrocarril Sarmiento, entre las estaciones de Sansinena e Intendente Alvear.
Hoy mi pueblo posee luz eléctrica durante todo el día, pero allá por 1960, sólo teníamos dos o tres horas por la mañana y unas cuatro a seis por la noche, según fuera la época del año. Recuerdo muy claramente la “señal”, que casi era como el reloj que nos mandaba a dormir, ya que quince minutos antes de cortar la energía, el encargado de la usina mandaba un pestañeo avisando.
Las niñas de la escuela Nº 4 Patricias Argentinas vestíamos todas igualitas: guardapolvo con moño atras, pollera y zapatos.
Nuestra parroquia estaba casi siempre cerrada, no teníamos cura, y cuando teníamos la suerte de que el cura de Alvear se hiciera un viajecito, entonces había misa. Había que ver cómo aparecían las mantillas: blancas para las niñas, negras para las señoras. Y a recordar oraciones y pecados…
El sargento encargado del destacamento policial, patrullaba las calles a pie, como paseando, ya que ni delitos se cometían en el pueblo.
Recuerdo el cine, al que tenía la suerte de asistir a todas las sesiones porque mi papá y otro señor manejaban la máquina de proyección.
La plaza de hoy no es la misma de aquellos tiempos, porque un día (yo ya no vivía allí) le sacaron sus plantas, le pasaron un arado y adiós caminitos de ligustrina, que tantos secretos guardaban. La dejaron pelada para comenzar a fundar otra plaza.
Y recuerdo también una anécdota, que es muy graciosa. Durante el tiempo del catecismo, aprendíamos el himno al Santo Patrono, que era San Luis Rey. Yo recuerdo el estribillo, que decía: “Salve Luis, monarca y santo, de esta Villa gran patrón”, y al cantarlo los niños decíamos: ” Salve Luis-mó…narca y san-tó… etcétera”. Entonces, yo creía que el nombre verdadero del patrono era LUISMO. ¡Qué boba!
Hoy todavía lo recuerdo y nos reímos mucho con mi hermano cuando lo contamos a nuestros hijos. Y seguiría escribiendo cosas de mi pueblo, que ya tiene más de cien años, pero dejo espacio para los que se quieran “colgar” y aportar otras vivencias.
Adiós, Villa Sauze, nunca te olvidé.