A cambio de un clic las cámaras digitales son capaces de retener un instante de nuestras vidas. Y si bien por afuera todas las cámaras parecen iguales, si se apunta a un mismo objetivo con varias cámaras, ninguna sacará la misma foto. Algunas mostrarán menos detalles, otras tendrán mejor balance de luz o mayor amplitud de campo.
Para que el pasado no pase al olvido, en este informe presentamos las claves para elegir una buena cámara para estas vacaciones. Desde los modelos más finitos y pintones, pasando por los más regordetes, hasta las semiprofesionales.
La calidad de la lente es el elemento que establece las diferencias entre las cámaras de gama alta y las básicas. Los modelos más caros tienen objetivos con cristales que reducen la distorsión y obtienen colores más naturales. Las marcas más reconocidas de lentes son Leica, Nikon, Carl Zeiss, Schneider Kreuznach y Canon.
Muchas de las cámaras más económicas están equipadas con ópticas que, sin ser malas, no alcanzan el nivel de detalle y claridad de las más avanzadas. Las lentes de zoom óptico suelen arrancar en los 3X, lo que equivale a tres niveles de acercamiento. Los más avanzados ofrecen enfoque automático, función que suele estar en algunos modelos compactos y en las semiprofesionales. Hay también un zoom digital, que agranda el tamaño del cuadro a costa de la calidad.
Otro aspecto relevante es el tamaño del sensor. Este dispositivo que determina la cantidad de megapíxeles de resolución, se encarga de recibir la luz para transformarla en bytes. Entre dos sensores con igual número de megapíxeles, con el de mayor tamaño se obtendrán fotos de mayor nitidez.
Hablando ahora de pixeles, la lógica indica que cuanta más resolución ofrezca una cámara, mayor será el número de detalles que se podrán ampliar y mejor será la calidad y la definición de la imagen. Aunque el avance de los píxeles superó la barrera de los 10MP, las necesidades hogareñas están cubiertas con una de 6MP, la cantidad mínima que se consigue en el mercado.
En cuanto al tamaño de impresión, para el formato habitual de 10 por 15 centímetros, alcanza y sobra con una foto de 3MP. En cambio, para obtener una ampliación de 24 por 36cm se necesita una foto de 6MP. Para conocer la cantidad de megapíxeles de una imagen basta con multiplicar alto por ancho de la misma. Así, una foto de 2.448 por 3.264 píxeles tiene una resolución de 8MP (2448 x 3264 = 7.990.272).
La mayoría de las cámaras compactas vienen con una batería interna de ion de Litio, similar a la que usan los teléfonos celulares. Otras usan un par de pilas AA (las semiprofesionales pueden necesitar cuatro). Si la cámara funciona a pilas es recomendable usar del tipo recargable. Para conseguir más horas de uso son ideales las de 2500 a 2700 mAh (miliamperes por hora).
La lista de elementos con mayor consumo de energía está encabezada por el flash. Los equipos poseen varios modos. Para el que no quiera complicarse, lo ideal es colocarlo en Flash Auto, para que la cámara decida en qué momento hacer uso del mismo. Si la carga de las baterías está muy baja, una buena forma de ahorro es apagar la pantalla de LCD y, en su lugar, usar el visor tradicional. Aunque no todas las cámaras tienen uno.
Como las cámaras vienen con una memoria interna limitada, junto con el equipo habrá que comprar una tarjeta de memoria. Ojo, no todas las marcas usan las mismas tarjetas. Entre las más populares están CompactFlash, Secure Digital, xD-Picture Card y Memory Stick.
Entre el aumento de los megapíxeles y la posibilidad de grabar videoclips, la demanda de espacio es cada vez mayor. Para no sufrir privaciones, lo ideal es tener una tarjeta de 2GB, como mínimo. Por suerte ya no son tan caras como hace unos años. Un buen consejo para las próximas vacaciones es viajar con una segunda tarjeta de repuesto.
Fuente: Suplemento Next del diario Clarin, Noviembre de 2008