A upa, en el auto, en cochecitos de bebé. Uno rengo, otro que llora y todos arropados con frazadas y chalecos. Esta historia se comienza a tejer de madrugada. Son las cinco de la mañana, hace frío y solo la luna ilumina a la decena de personas que, mate en mano, empiezan a llegar a Avenida San Martín 4351, donde funciona el Hospital Escuela de la Facultad de Ciencias Veterinarias, en el barrio de Agronomía.
Unas cintitas rojas en un árbol indican que es la entrada y se puede ingresar. A veces, el portón de la derecha está abierto y el eterno barro del piso recibe a los autos en un estacionamiento improvisado. Otras, hay que esperar afuera hasta las 6 o 7 de la mañana, cuando se abre el portón.
El primero en llegar es el que fabrica los números: unos papelitos de cartón «no oficiales, para que cuando nos empiecen a atender, nadie se cuele», explican; se reparten cuidadosamente. No se sabe cómo, pero siempre hay alguien que lleva esos números y organiza la espera de quienes llegaron temprano. ➺seguir leyendo…